La actividad minera se estructura en múltiples fases: primeramente, se lleva a cabo la prospección y exploración con el fin de determinar la ubicación del mineral y su valor, posteriormente se lleva a cabo un análisis para evaluar la viabilidad económica del proyecto. Luego en caso de que el proyecto sea rentable económicamente, se planea la fase de operación, y tras varios años de producción, cuando el yacimiento deja de ser rentable, la empresa procede a la etapa de cierre, donde debe restaurar el medio ambiente a su estado prácticamente original. Es importante mencionar que, durante todas estas etapas, se consideran los aspectos legales y medioambientales.

Las tareas exploratorias no involucran extracción minera alguna, sino que consisten en investigar las posibles áreas mineralizadas que pudieran ser de interés e identificar sectores de la superficie terrestre con potencial minero. Además los procedimientos utilizados no generan impactos ambientales negativos en el ambiente; y previo a desarrollar una campaña de exploración se realiza un Estudio de Impacto Ambiental según se expresa en la legislación provincial y nacional vigente. En estos estudios interviene un equipo interdisciplinario con especialistas ingenieros o técnicos en ambiente, que realiza una descripción general de las actividades a desarrollar, como los posibles impactos, su prevención y mitigación.